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La manera más sencilla para llegar al lugar es partiendo desde Bogotá, llegando primero a Zipaquirá desde el Portal Norte de la ciudad o tomando una ruta directa hasta Nemocón. La belleza del paisaje que se encuentra en el desierto es inigualable; sin embargo, durante el viaje se puede disfrutar del verde intenso característico de la sabana de Bogotá. Pasando Zipaquirá, se pueden empezar a ver letreros que indican la ubicación del desierto.

Al llegar a Nemocón es necesario contratar los servicios de algún medio de transporte particular ya que en la actualidad no existe un servicio de transporte público que llegue hasta la Tatacoita. Se puede llegar en vehículo particular, pero no es recomendable hacer este último tramo del viaje en un vehículo pequeño; los tramos finales del recorrido transcurren por una vía sin pavimentar, bastante empinada y no apta para todos los automóviles.

Desierto de la Tatacoita

 

Artículo y fotos por: Iván Camilo Rodríguez

​Ubicado aproximadamente a dos horas de Bogotá, oculto entre la sabana al norte del municipio de Nemocón, se encuentra un paisaje magnífico con bellos farallones, cañones tallados sobre la tierra por las lluvias y notorias pinturas rupestres de origen precolombino.

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Distancia desde Bogotá: Aproximadamente 62 km

Tiempo de llegada: Aproximadamente 2 horas

Costos de transporte: Aproximadamente $ 20.000 pesos ida y regreso

Costos de entrada: $ 5.000 pesos

Saliendo de Nemocón se nota de manera casi inmediata el cambio en el paisaje; se mantiene el verde, pero en un tono más oscuro, más oliva. La flora cambia a las características de un ambiente mucho más seco, asemejándose un poco al paisaje que rodea Villa de Leyva. A medida que se avanza se empiezan a apreciar paisajes desérticos que muestran claramente los efectos de la erosión natural causada por efecto de las largas temporadas secas y las lluvias características de la zona; los primeros farallones y cañones pequeños junto con algunas ruinas de construcciones antiguas y de cercas construidas con piedras y bareque mezcladas con cactus cargados de frutos aromáticos y otras plantas de este tipo de ambientes.

Al llegar a la entrada de la propiedad (el desierto de la Tatacoita hace parte de una propiedad privada), el paisaje ha cambiado por completo; de la húmeda y verde sabana a un ambiente semidesértico con formaciones geográficas llamativas y una vegetación que uno no espera encontrar en esa región. Para entrar al área del parque como tal se contacta al encargado de su cuidado, quien, en la mayoría de los casos, guía el recorrido de los visitantes. Para poder visitar las pinturas rupestres en necesario llegar muy temprano y de ser posible haber concertado la visita con anterioridad, ya que es más lejos de la entrada. 
 

Tan pronto inicia el recorrido por el parque se aprecian las primeras formaciones geológicas características del área. Afortunadamente el guía es bastante flexible y permite que, si lo desean, los visitantes exploren con bastante libertad las diferentes grietas y paredes que conforman el cañón. Después de una corta caminata entre arbustos espinosos y cañones pequeños, se llega a la atracción principal: un cañón alto e intrincado de color naranja intenso con cientos de farallones, grietas y otras formaciones que maravillan a cualquiera que presencie el lugar.

Es posible encontrar varias grietas profundas con pequeñas entradas que revelan formaciones que no se notan a primera vista. Se puede separar un poco del grupo principal y del guía y explorar con más paciencia y detalle el paisaje. El recorrido se realiza por el interior del cañón y al final sale por un extremo; sin embargo, le recomiendo escalar las paredes hasta llegar a la parte superior del cañón. Desde arriba, se puede apreciar la extensión real del parque, la magnificencia del cañón y además, da la posibilidad de encontrar algunas cuevas y grietas que no se encuentran desde abajo. Así mismo se encuentran grietas y áreas que serían perfectas para pasar la noche rodeados por sus paredes y disfrutar del cielo nocturno junto a los mejores amigos y una buena fogata.

Terminado el recorrido con el grupo de personas con el que iba decidimos parar en la salida del cañón para almorzar y el guía nos autorizó a volver al área del parque que recorrimos previamente. Aprovechamos la oportunidad para recorrer más profundamente cada curva y grieta del cañón; encontramos todo tipo de formaciones, escalamos, nos deslizamos, exploramos huecos y paredes y disfrutamos del paisaje lleno de espinos, cactus, suculentas y orquídeas.

El recorrido no decepciona y, si se está dispuesto a caminar, sudar un poco y ensuciarse la ropa, se pueden descubrir muchas cosas ocultas a primera vista. Lo más recomendable en cualquier caso es llevar ropa cómoda, zapatos deportivos, protección para la cabeza, suficiente protector solar, mucha agua y refrigerio o almuerzo, ya que al salir de Nemocón no se vuelve a encontrar ningún tipo de establecimiento comercial.

© 2017 Colombia al Hombro. Revista digital

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